miércoles, 27 de junio de 2007

¿Educación en Casa o Destructivismo?

El en diario La Tercera se publicó un artículo que cuenta la historia de tres familias que optaron por sacar a sus hijos del colegio y educarlos en casa. Las razones que exponen son diversas: agresividad en la escuela, demasiadas tareas, vivir en función del colegio, timidez de los niños, poco tiempo para compartir en familia (debido a la jornada completa), etcétera. Las tres familias concuerdan en que no es fácil, pues deben disciplinarse tanto los hijos como las madres (sí, madres) porque deben aprender o reaprender algunas materias.

Sin embargo, este tipo de formación no es una novedad. Ya Rousseau nos habla de las virtudes de la educación mediada por los padres en su libro Emilio, o De la Educación, de donde reproduzco el siguiente párrafo:

¿Queréis que guarde su forma original? Conservadla desde el instante en que viene al mundo. Tan pronto como nazca apoderaos de él, y ya no le soltéis hasta que sea hombre: sin eso no triunfaréis nunca. Igual que la verdadera nodriza es la madre, el verdadero preceptor es el padre. Que se pongan de acuerdo en el orden de sus funciones así como en su sistema; que de las manos de la una pase el niño a las del otro. Será mejor educado por un padre juicioso y limitado que por el maestro más hábil del mundo; porque suplirá mejor el celo al talento que el talento al celo.

Debo reconocer que este párrafo me resulta un poco inquietante. Me explico: en primer lugar, y a pesar de que no es precisamente (y del todo) una virtud, la escuela es una entidad que promueve en el individuo la socialización, un lugar donde se comparten experiencias y se aprende, además de ciertos aspectos de la cultura, a ser humano, lo cual no es poco. En la escuela, por el solo hecho de compartir con sujetos de edad similar, aprendemos a conocer otras formas de vida y a admitir que no existe una única forma de vivir y de hacer las cosas. ¿Es posible comprender la diversidad dentro de las cuatro seguras paredes del hogar? Posiblemente los padres aprensivos respondan afirmativamente. En tal caso citaré un escrito del gran autor Franz Kafka

Si el padre (y lo mismo la madre) "educa", encuentra en el hijo cosas que ya ha odiado en sí mismo y no pudo superar, pero que ahora espera superar seguramente, pues el débil niño parece estar más en su poder que él mismo, y es así que ataca con ciego furor, sin aguardar el desarrollo, al hombre en su evolución; o reconoce con susto que, por ejemplo, algún rasgo propio que él considera sobresaliente y que por ello (¡por ello!) no debe faltar en la familia (¡en la familia!) falta en el niño, y se pone a martilleárselo; lo logra, pero al mismo tiempo lo malogra, pues además martilla al niño ...

Kafka concluye que "el amor más grande de los padres es, respecto a la educación, más egoísta que el amor más pequeño del educador a sueldo".
Restándo el dramatismo que impuso Kafka a sus palabras, la educación en casa puede ser nociva tanto por la transmisión implícita de las ideas y prejuicios familiares, como por la no participación en la construcción social del conocimiento y de las experiencias.

Referencias

1.- Diario "La Tercera" del día 27/06/07.
2.- Rousseau, J. J. "Emilio, o De la Educación"
3.- Kafka, F. "Carta a la señora XX, citada en el apéndice 1 por Max Brod en su libro sobre el escritor"

viernes, 15 de junio de 2007

CoNsTrUcTiViSmO o Subjetividad en la Sala de Clases

De acuerdo con las ideas Constructivistas, la realidad existe de manera independiente al sujeto; sin embargo, el conocimiento que tenemos de la realidad se construye a través de nuestra interacción con ella y con otros sujetos. Es decir, lo que denominamos conocimiento es la subjetividad que compartimos y creamos con otros individuos. De este modo, la sociedad, tal como la concebimos, es en parte la Construcción Subjetiva que heredamos de aquellos que vivieron antes que nosotros más la porción de subjetividad que nosotros agregamos (¿será esto una definición de Democracia: "la suma de nuestras subjetividades"?)
De todo esto se me vienen a la cabeza sólo preguntas: ¿Cuál es la naturaleza de esa subjetividad?, ¿El conocimiento es la subjetividad promedio?, es decir: ¿aquella subjetividad que NO compartimos con otros individuos no constituye conocimiento?, ¿Cómo se hereda la subjetividad?, ¿Cómo entender el Ulises de James Joyce y no morir en el intento?

Bien, voy a intentar responder la penúltima pregunta. ¿Cómo heredamos la subjetividad? Según mi parecer la respuesta es casi obvia: a través de la enseñanza. Desde que nacemos recibimos cursos intensivos de subjetividad en el contacto con los adultos y principalmente con nuestros padres; luego están los amigos con los que compartimos subjetividades comunes, aprendemos otras nuevas y construimos las restantes a través de nuestras experiencias; finalmente, cuando ingresamos a la forma institucionalizada de la subjetividad: la escuela.
Si los constructivistas están en lo correcto, la escuela sería algo así como el mecanismo a través del cual el Estado nos transmite su subjetividad.
'Transmitir' es un anatema para los constructivistas, pero tenemos que recordar que la escuela (y los contenidos curriculares que de ella se desprenden) no es una construcción en la que hayamos participado todos, pues el Estado define los rasgos de la cultura que se deben enseñar y luego utiliza medios constructivistas para que elaboremos nuestra subjetividad, pero no cualquier subjetividad, no la suma de nuestras experiencias, sino simplemente aquella que el Estado desea. Por tanto, ¿es verdad que el conocimiento es una construcción social, o nuestra subjetividad es la transmisión de ciertos aspectos de la cultura elegidos intencionalmente?, ¿Cómo operan los mecanismos didácticos en la creación-transmisión de nuestras subjetividades? El enfoque constructivista basa su teoría en la acción, sin embargo ¿qué tan constreñida está nuestra manera de actuar y de experimentar el mundo con la subjetividad que hemos heredado?

Referencias:

(1) Garzón, Carlos. Vivas, Mireya. "Una Didáctica Constructiva en el Aula Universitaria"
(2) Savater, Fernando. "El valor de Educar"
(3) Savater, Fernando. "El valor de Elegir"